El cerebro humano continúa siendo un misterio a pesar de los múltiples estudios que se han realizado y los investigadores que trabajan diariamente en él. Estas son algunas de las “malas pasadas” que te puede jugar tu cerebro
Nadie pone en duda que el cerebro es una herramienta maravillosa que ha permitido el desarrollo de nuestra especie y de la sociedad. Sin embargo, a pesar de sus habilidades, tiene imperfecciones que nos llevan a cometer errores, como puede ser un encuentro que se olvida o un detalle importante de la realidad que pasa desapercibido. Solemos creer que la causa es circunstancial, ignorando que el cerebro tiene patrones limitados de comportamiento que pueden hacernos trampas. He aquí, 4 maneras en que el cerebro te juega malas pasadas.
1. El cerebro toma atajos
Una de las características del cerebro es su pereza. Está creado para economizar esfuerzos, o sea, para lograr la mayor cantidad de tareas con los menores recursos posibles. Por esta razón, siempre que sea posible va a recurrir a atajos, reglas preconcebidas o soluciones que han sido exitosas anteriormente. Es a lo que se le llama heurística.
Pero ocasionalmente se producen atascos y la persona comete errores. Un ejemplo está cuando alguien teme viajar en aviones pues tienen en su mente varios accidentes aéreos. El fallo está en que este tipo de transporte es el más seguro de todos, pero al usar un atajo mental la persona termina adoptando una creencia falsa.
2. Sesgos cognitivos
Uno de los mecanismos del cerebro que más malas pasadas nos juegan son los sesgos cognitivos. Cuando tenemos una creencia, tendemos a darle más crédito a la información nueva que nos llega confirmando esa creencia que a la que se opone, sin profundizar en el tema. Ello afecta toda nuestra percepción de una realidad. El ejemplo más inmediato son los debates políticos actuales.
3. Culpas externas
El cerebro tiende a poner la responsabilidad de los errores propios en causas externas, con el objetivo de proteger la autoestima del individuo. Si en una prueba muy importante no damos pie con bola, tendemos a echarle la culpa a factores ambientales: había mucho calor y no me pude concentrar. Ocurre lo contrario cuando de juzgar a otra persona se trata.
4. Los detalles pasan desapercibidos
Aunque aparentemente estamos siempre conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor, lo cierto es que el cerebro no puede ocuparse absolutamente de los detalles. Muchos de estos pasan desapercibidos, a menos que sean muy necesarios. La explicación es que, como nuestros recursos mentales son limitados, el cerebro no puede concentrarse en todos y cada uno de los aspectos de la realidad.
Sin dudas, el cerebro humano es capaz de hacer cosas increíbles, pero también tiene sus limitaciones que a veces nos juegan una mala pasada. Y aunque no podemos evitar estos sesgos y trampas mentales, lo mejor es conocerlos y aprender a manejarlos en cada situación.
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