En la escuela todo mundo me hacía burla. Mis compañeros menospreciaban mi pálida y lisa piel. La redondez de mi cuerpo los ofendía, pero jamás sentí que las agresiones fueran sólo por eso. A al sandía nadie le decía que parecía de 12 meses de germinación. Todos se encajaban conmigo.
La zanahoria, con su estilizada figura me decía: Anda Papa, lárgate de aquí, vete a un teibol. Tú eres sólo un tu-bér-culo. No sirves para más.
Decidí hacer caso a los consejos. Termine de teibolera en el cabaret Vegeteibol. Buena paga y poco trabajo.
Una noche, me tocaba realizar mi show. El Vegeteibol estaba a reventar. Yo salía con mis tacones punzantes y subí al escenario. Llevaba poco más de dos minutos en la pista cuando varios parroquianos comenzaron a gritarme: ¡No sabes moverte, eres una papa!
Ahora sí; estaba frita.
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